Desde el comienzo de los tiempos, hemos elevado la vista a la inmensidad del universo.
Primero, con el ojo desnudo, en las noches oscuras de la sabana africana. Más tarde, Galileo observó por primera vez las lunas de Júpiter a través de un telescopio casero.
Hace unos días, el telescopio espacial James Webb ha logrado divisar objetos del universo situados a más de 4.600 millones de años luz.
Uno de los primeros mapas de la historia de la humanidad está en Navarra.
El primer mapa geográfico
La representación más antigua de algo parecido a un mapa está grabada sobre el colmillo de un mamut y muestra una montaña, el río Dyja, valles y distintas rutas por la región.
En la cueva navarra de Abauntz se ha encontrado a su vez una piedra que también parece tener grabado un mapa y es diez mil años más joven.
En el mapa aparecen reflejados accidentes geográficos tales como el perfil de la loma de San Gregorio, situada enfrente de la cueva o el arroyo Zaldazain.
Los primeros mapas de estrellas
A pesar de la antigüedad de los mapas geográficos, los mapas de estrellas no les van a la cola. Al principio, parece que los humanos se sentían tan fascinados y concernidos por el cosmos como por lo terrenal.
Por esa razón, los puntos dibujados en las paredes de las cuevas de Lascaux, en Francia, en algún momento del 16.500 a.C. , parecen representar Vega, Deneb, Altair y las Pléyades.
Las pinturas de la cueva de El Castillo, un yacimiento arqueológico encuadrado dentro del complejo cuevas del Monte Castillo, en Cantabria, seguramente representan la constelación Corona Borealis, y fueron pintadas alrededor del 12.000 a.C.
Las estrellas siempre están ahí. Aunque, ahora lo sabemos, quizá ya no estén y solo vemos el sobrante de su esplendor que nos llega con cierto retraso. Habida cuenta de las enormes, inconmensurables distancias siderales.
La fuente: Escapada Rural Mag