De minas abandonadas a paraísos turísticos para disfrutar de la naturaleza.
Cientos de minas abandonadas reabren con un nuevo uso vinculado con el ocio y la cultura. En Alemania, Rumania, EE. UU. o España, aquellos lugares de pasado duro se convierten en centros de aventura, museos o zonas reforestadas donde estar más cerca de la naturaleza.
Pocas experiencias hay más fascinantes y misteriosas que visitar una mina abandonada. Pasear entre sus restos nos lleva a imaginar cientos de historias que podían haber ocurrido allí en otros tiempos: comunidades enteras viviendo en los alrededores, probablemente un hospital donde los mineros heridos recibían cuidados, hombres a lomos de yeguas, caballos o burros de camino al trabajo al salir los primeros rayos de sol, mujeres esperando en casa…
Ya sea por el escalofriante descenso de cientos de metros bajo tierra o por los fascinantes relatos de su oscura historia, las minas abandonadas pueden ser una gran aventura o un añadido cultural a un viaje. Algunas se remontan a tiempos inmemoriales, otras son más recientes. También algunas se han recuperado como atractivo turístico y otras han ido cayendo en el olvido de los descendientes de sus trabajadores y de las propias administraciones.
La arqueología industrial de este planeta es fascinante y precisamente España tiene mucho que enseñar al mundo. Pero también hay ejemplos sorprendentes repartidos por todo el planeta.
Uno de los lugares más interesantes de Transilvania (Rumanía), Salina Turda, es una enorme mina de sal subterránea que se remonta al año 1075. Produjo sal de mesa de forma continuada desde la Edad Media hasta principios del siglo XX. En la actualidad, se utiliza como centro de haloterapia y atracción turística, con instalaciones que rozan el nivel de un parque de atracciones. Los visitantes pueden ver el equipo de extracción, explorar el lago subterráneo en barcas de remos, experimentar la acústica del anfiteatro e incluso montar en una noria, todo ello en las profundidades de Salina Turda.
Ubicada en la Columbia Británica, la mina Britannia es una visita obligada si se busca turismo industrial en Canadá. El museo es una organización sin ánimo de lucro que ha conservado artefactos e información relacionados con la historia de la minería en la Columbia Británica. Cuenta con más de 20 edificios que albergan más de 7.000 artefactos, casi 10.000 fotografías y unos 3.000 documentos. Podrás montar en un tren a través de un túnel de transporte histórico y ver cómo funcionaban los equipos históricos de minería e iluminación. La minería siempre ha sido una industria increíblemente importante, y este vistazo es completamente fascinante para los visitantes.
O el famoso Parque Natural de Cabárceno, en Cantabria, repleto hoy de familias y viajeros que van a ver las 118 especies de animales que allí viven en semilibertad. Antes fue una explotación minera de hierro y aún se pueden ver los restos de algunas construcciones ya cadavéricas que recuerdan lo que hace años ocurría allí.
El turismo industrial es el concepto de visitar lugares vinculados a las industrias más comunes en un lugar determinado. Saber cómo trabajaron aquellos hombres es algo que la historia les debe. Recuperar nuestro pasado disfrutando de él es, sin duda, una de las maneras más sostenibles de hacerlo.
Fuente: bbva.com