Los viajes de final de curso suponen la actividad de ocio más deseada y esperada por los grupos de escolares que son considerados como un premio al esfuerzo en algunos casos, o como el fin de un ciclo en otros muchos. Se han visto alterados dadas las circunstancias, y en la mayoría de los casos no se han podido realizar y es ahora, cuando empiezan a aflorar con mucha cautela para la realización de los mismos.
Dadas las restricciones establecidas por cada CCAA, en el caso de viajes dentro del territorio nacional, en la mayoría de los casos se ha optado por desplazamientos cortos, dentro de la misma CCAA, o bien, se han transformado para la tranquilidad general, en excursiones de un día, con la intención de cambiar de aires y salir del entorno habitual, siempre siguiendo en todo momento la medidas impuestas por el Ministerio de Sanidad.
Estos viajes, convertidos ahora en estancias cortas o excursiones de un día, suponen una vía de escape para niños y jóvenes, dado que, sus momentos de ocio, como el de los adultos, se vio alterado por completo fruto de la aún presente pandemia mundial y tras una dura época de exámenes estando confinados en la mayoría de los casos.
Siendo positivos y ya, con la vista puesta en el próximo curso y con las ganas y motivación por parte de los alumnos de poder disfrutar de un viaje de estudios con plenas condiciones, cabe pensar que las restricciones derivadas de la Covid-19 serán cada vez más leves, y el protocolo se adaptará de la manera más factible, intentando además que este castigado sector juvenil, llegue a disfrutar de un merecido viaje de estudios.
Si bien es verdad que la pandemia, nos ha obligado a fomentar unas pautas para redirigir el turismo hacia un enfoque más sostenible y de calidad, a partir de ahora, sería conveniente a la par que interesante, que los viajes de estudios se basaran en estándares de calidad, como el resto de viajes que se proyecten para cualquier destino.
Fuente: el periódico.com