La Comisión Europea ha considerado ya seguro el poder designar ciertas frecuencias de telefonía que permitirán una conectividad plena.
“Hemos abandonado la pista. Ya pueden desactivar el modo avión en sus dispositivos móviles y usarlos con normalidad”. Esa frase, dicha por un miembro de la tripulación auxiliar de un vuelo a través de la megafonía de los aviones, marca los últimos instantes del viaje aéreo. Es en ese momento, o incluso antes, cuando las alarmas de los teléfonos móviles empiezan a advertir a sus propietarios que mientras surcaban el cielo han recibido mensajes, tienen llamadas perdidas o hay algo nuevo que ver en sus redes sociales.
En breve, los aviones dejarán de ser uno de los últimos reductos sin llamadas telefónicas ni cobertura.
Hasta hace aproximadamente una década, la aviación y la telefonía móvil parecían incompatibles y la prohibición de su uso se achacaba a razones de seguridad. Se argumentaba que la radiación que emite o recibe un teléfono móvil podía interferir con la aviónica de la cabina de vuelo y de hecho aun hoy, cuando se aterriza en situaciones con muy baja visibilidad, casi a ciegas, dependiendo del sistema instrumental de aterrizaje de la máxima precisión, algunos pilotos piden al pasaje no solo que activen el modo avión de sus terminales, sino que los apaguen completamente. Esto se hace como medida extra de precaución y para que ninguna interferencia afecte a la aproximación guiada.
Y es que, tras varios años de estudios, la Comisión Europea ha considerado ya seguro el poder designar ciertas frecuencias de telefonía 5G que permitirán una conectividad plena durante los vuelos. Será a través de las llamadas picocélulas, un equipo especial que triangularan a través de una red de satélites entre las aeronaves y la red móvil terrestre. Esto permitirá a los pasajeros y tripulantes de un avión actuar con sus dispositivos como en tierra, recibiendo y efectuando llamadas, enviando mensajes de texto o conectándose a la red de datos.
Adiós al modo avión.
Fuente: La Vanguardia