Cuando el verano termina de manera oficial, la naturaleza es la primera en mostrar los cambios estacionales de una manera notable.
Todas las hojas cambian de color y acaban cayendo al suelo con la finalidad de volver a empezar el ciclo.
El otoño tiene una simbología ilusionante, aunque muchas personas lo consideran triste.
Por lo tanto, caben destacar los bosques más bonitos para recibir el otoño y disfrutar de sus fascinantes cambios.
En primer lugar, el bosque de Moncayo situado en Zaragoza, fue la inspiración de Gustavo Adolfo Bécquer, por su otoño bien compuesto e imponente. Se han dispuesto mesas y sillas en el bosque para poder disfrutar de los paseos entre la naturaleza y observar el escenario de hojas secas literario.
En Madrid, cerca de la Sierra de Ayllón, en el Montejo de la Sierra, se encuentra el Hayedo de Montejo. Un manto enorme de 250 hectáreas dónde se reúnen una detrás de las otras las hayas. Florecen en primavera y en otoño se vuelven amarillentos al ser un árbol de hoja caduca.
El parque natural del Montseny es reserva de la biosfera y está certificado con la Carta Europea de Turismo Sostenible. Se encuentra cerca de Barcelona, ocupando las comarcas del Vallés, Osona y La Selva.
Aunque este parque natural destaca por su belleza, es aún más bonito su paisaje cuando se termina el verano.
Asturias, tiene el bosque virginal arquetípico denominado Muniellos; Situado en el parque natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, declarada Reserva de la Biosfera y Reserva Natural Integral.
El Bosque de Muniellos pasa por ser el mayor y mejor conservado robledal de España. Sólo se permite la entrada a 20 personas al día, que han debido reservar con antelación.
El Gorbea es uno de los cinco montes bocineros que en Vizcaya convocaba a Juntas con hogueras y toques de cuernos o campanas.
En el se encuentra el Hayedo de Otzarreta, dónde habitan unos ejemplares de fantasía que ambientan el bosque en un atmósfera de irrealidad. Un muy buen lugar para dar la bienvenida al otoño.
Fuente: EscapadaRural