En todo el mundo, se calcula que 3.600 millones de personas viajan en aviones comerciales cada año, y esta cifra sigue aumentando.
Los viajeros suelen estar preocupados por los riesgos para la salud de volar en avión. Las personas con enfermedades preexistentes deben ser conscientes de que toda la experiencia de viaje de punto a punto, incluidos los autobuses, los trenes, los taxis, las zonas de espera públicas e incluso el movimiento dentro del aeropuerto, puede plantear problemas.
No es posible viajar en barco a todos los destinos, pero cuando ocurre siempre la gente lo prefiere. Para algunas islas es una opción obligatoria, pero para otras hay que optar por la navegación o el vuelo.
También podemos optar por restringir los viajes en avión porque son responsables de grandes emisiones de gases de efecto invernadero.
Para reducir la huella ecológica de su viaje la mejor solución es combinar el tren con el barco, que se utiliza para la navegación interior -por ejemplo, para llegar a una isla desde el continente– y no para la navegación internacional, cuando el CO2 emitido por un barco puede no diferir mucho del de un avión.
Por otra parte, los estudios que han examinado el nivel de contaminación del transporte marítimo han pesado especialmente sobre los buques de crucero, que suelen estar estacionados durante mucho tiempo en los puertos con los motores en marcha para permitir el funcionamiento continuo de todos los servicios de pasajeros.
Por tanto, el uso de buques dedicados exclusivamente al transporte podría ser menos contaminante de lo esperado, sobre todo cuando se trata de flotas de reciente construcción, construidas con criterios más ecosostenibles.
La fuente: TodoViajar