El FOMO, o miedo a perderse algo, se manifiesta cuando sentimos que no estamos aprovechando al máximo nuestras experiencias. En el contexto de los viajes, esto se traduce en una presión constante por visitar todos los lugares “imperdibles”, sacar las mejores fotos y compartir cada momento en redes sociales.

Viajar debería ser una experiencia de desconexión y disfrute, pero para muchos se ha convertido en una fuente de ansiedad. Según un estudio reciente de la plataforma Rumbo, uno de cada cuatro españoles sufre de FOMO (Fear of Missing Out) cuando está de vacaciones.

Este fenómeno afecta especialmente a los jóvenes, quienes sienten que deben vivir experiencias “instagrameables” para validarlas. Como resultado, muchos viajeros terminan más estresados que relajados, intentando cumplir con una lista interminable de actividades.

Para combatirlo, los expertos recomiendan viajar con una mentalidad más consciente, priorizando el disfrute personal sobre la validación externa. También es útil desconectar del móvil durante ciertas horas del día, permitiendo una conexión más auténtica con el entorno.

Viajar no debería ser una carrera contra el tiempo ni una competición de likes. A veces, lo más valioso de un viaje es simplemente sentarse en una plaza, observar la vida local y dejarse llevar.

Fuente principal: nexotur